15 de octubre, mucho que agradecer a nuestras ancestras

Otro año más el día de la mujer rural, otro aniversario más, otro intento más por parte de las instituciones de hacer ver que las mujeres no sólo somos la mitad del mundo rural, sino que además, formamos parte activa de su desarrollo político y económico, además de la parte social que obviamente sostenemos. Quiero creer que no soy la única soñadora, y que realmente, entre quienes promocionan este día y lo celebran, intentando visibilizar nuestra presencia y necesidad dentro del sector, existe un interés real porque además de agradecer el papel que ya hemos jugado, el de trabajadoras incansables que han sostenido la vida de los baserris, criando y cuidando, además de trabajando dentro y en los aledaños de nuestros baserris, siempre por el bien común, por la supervivencia de nuestras familias, muchas veces sin ningún tipo de garante económico que nos pudiera proteger a nosotras mismas en caso de necesitarlo, podamos sumar el papel de propietarias,  empresarias, emprendedoras y en general, de personas a las que considerar a la hora de las tomas de decisión en el ámbito político que nos atañe. Quiero pensar que no somos sólo un cupo que hay que cumplir por la ley de paridad, y que hay mucha gente detrás, trabajando y apostando por un mundo rural donde las mujeres dejen de ser las que sostengan cada carencia institucional en materia de cuidados, para darnos la posibilidad de ser parte de quienes garanticen la supervivencia del mundo rural. Llamadme soñadora.

 Cansada estoy, como todas las mujeres, y no solo de cuidar, criar, mantener y sostener el mundo rural y su supervivencia, con el sudor de nuestra frente, si no de enfrentarnos además a errados mitos, como el del tan enarbolado matriarcado vasco, ese del que alardeamos, cual si de unicornio halado se tratase, haciendo ver que cuando nuestras amamas se rompían el lomo embarazadas, con otro niño en la teta, y un tercero persiguiéndolas con un banquito, huerta através, para ayudarlas en los quehaceres del baserri, eran ellas quienes tomaban todas las decisiones familiares sin replica posible por parte de sus sumisos maridos, que acataban cada una de sus decisiones. Y yo me pregunto, ¿de verdad nos creemos este discurso tan bien vendido, sabiendo, como sabemos, que no fue hasta 1975 que se planteó que las mujeres pudieran ser propietarias de los baserris, o tomar cualquier decisión jurídica sin el permiso de sus maridos?, ¿y que no fue, hasta 1979, con la aprobación del Estatuto de Autonomía del Pais Vasco, que comenzó a hacerse efectiva en Euskadi esta posibilidad?. 15 de octubre, día de la mujer rural. Mucho que agradecer a nuestras ancestras.

 Yo nací en 1979, así que podríais decirme que de eso, ni me acuerdo, pero ya sabéis el dicho: “de aquellos barros, estos lodos”, y ahora mismo, las mujeres en general, y las del mundo rural en particular, navegamos un río de lodo imposible de fondear, donde no nos queda muy claro si realmente podemos ser algo diferente a lo que el sistema nos permite ser, obligándonos a criar, cuidar y meter debajo de la alfombra todas las fallas que tiene el mismo para que nosotras podamos estar en igualdad en el mundo laboral y político, que es en definitiva, donde se toman las decisiones. Y no quiero replicas aquí, que me hablen de la ley de paridad que nos permite estar activas en juntas, y demás organismos de toma de decisiones, cuando seguimos tratando de remar en el lodo, con la barca cargada de personas que dependen de nuestros cuidados.

Llegamos agotadas a la orilla, si es que conseguimos alcanzarla, pero por suerte cada vez son más las compañeras que luchan por todas las que no pueden hacerlo, exponiendo las desigualdades a las que nos vemos continuamente sometidas por un sistema que parece no saber cómo achicar la carga de nuestras barcas.

 Y a ti, mi querido Iñigo, que se que quieres echarme la culpa de todo, pero a la vez quieres remar en mi barca, solo decirte, que nuestra lucha es menos lucha, cuando libramos una batalla conjunta, y para ello, cuento contigo, apoyándome a mí y a otras mujeres, en todo lo que consideras justo y necesario para equipararnos en derechos y obligaciones a nuestros compañeros de sector. Ahora, ya solo te falta hablar de los y las baserritarras, porque lo que no se nombra no existe, y a veces, muchas veces, te olvidas de nombrarnos

Lorea Momeñe. Integrante de ENBA

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