CON NOMBRE Y APELLIDO

Me ofrece Iñigo, una vez más, escribir mi sentir en este blog suyo, que trata de lo humano y lo divino en este mundo nuestro del agro vasco, entendiéndose por lo humano, lo que buenamente conseguimos hacer los y las baserritarras de a pie y por lo divino, todo aquello que nos llega en forma de orientación o ley, desde las instituciones, para regular lo que si o no podemos hacer, que en demasiadas ocasiones se da directo de bruces con lo que necesitamos hacer, pero para eso estamos aquí, para dar nuestra humilde opinión, a ser posible de una manera jocosa y divertida que interpele directamente a la curiosidad del lector, de tal manera, que todas aquellas personas que nos lean, se puedan crear su propia opinión sobre temas, que a priori no les atañen, como el Decreto de ordenación de la apicultura en Euskadi de este julio, pero que tienen tantas repercusiones en su vida diaria si indagan un poquito más, y pongo aquí, como ejemplo simple, la escasa presencia de miel vasca este año en nuestras ferias y mercados, que de tan escasa, en muchos casos es inexistente, y tendrá un periodo de venta mucho más corto del que necesitamos.

 Pero a lo que iba, que me enredo en mis pensamientos y me cuesta muy poco divagar, y al final me distraigo de lo que realmente os quería decir, que es que ha llegado a mis oídos, ya en demasiadas ocasiones, que hay quienes creen que Iñigo se atreve a echarme la culpa de todo a mí, a Lorea Momeñe, así, con nombres y apellidos, sin miedo ninguno y sin consecuencia ninguna por mi parte.

 No sé si agradecer esta visión dulce, femenina y sumisa que se tiene de mí, donde cumplo con todos los estándares de feminidad impuestos por una sociedad patriarcal que nos deja a las mujeres siempre en silencio y aceptando las culpas de todo, u ofenderme por la mala imagen que se da del pobre Iñigo, a quien parece que se le considera un machito con cero capacidad autocrítica que tiene que arremeter contra mí, que como él mismo dice en su artículo, no soy quien cobra un sueldo por hacer esa tarea. En cualquier caso, para quien no me conozca y se haya hecho una imagen equivocada de mí, solo decir que quizás Úrsula se conformó con una llamada de queja a Iñigo tras las palabras de Xabier, pero yo, Lorea Momeñe, le hubiera dejado menos campo para correr y esconderse que el que van a tener a partir de ahora las abejas para vivir en Euskadi.

Una lástima que con tanto hablar sobre mí, no haya empezado este artículo como merecía, que era con mi madre y mi tía, planeando el día de Todos los Santos. Primero, desplazándose a ese cementerio, que no tiene agua, con sus garrafas, para después limpiar bien el lugar donde se haya tenido a bien dar tierra a sus seres queridos, y a los que eran los seres queridos de estos últimos antes de  haber recibido honrosa sepultura, ya que este, como tantos otros, es un trabajo que la mujer hereda generación tras generación. También se ocupan de que no falte un buen centro florar ese día, que no siempre puedes encontrar en tu pueblo, y que debes de encargar con antelación y desplazarte a recoger, pequeños contratiempos de vivir en el medio rural. Si se te ha ocurrido que el centro no sea de flor cortada, has de ocuparte de mantener el centro con vida durante todo el año en un cementerio, que recordemos no tiene agua.

 Pero bueno, esto no es nada, y lo hacen de muy buena gana, ya que ellas, cuidaron de las personas que allí descansan, sacrificando su día a día, sin plantearse siquiera que era eso lo que hacían, sacrificar unos años de su vida para cuidar de quien no se podía cuidar. Por suerte, el amor mueve el mundo, o eso dicen, y las mujeres nos movemos a velocidades que ni el mismísimo Usain Bolt para poder trabajar, cuidar, criar y conciliar, siempre sin olvidar a quienes ya cuidamos y queremos seguir honrando, y si todo esto ha de ser sin servicios públicos que nos lo hagan más fácil, como los de las ciudades, pues le sumamos un poquito más de amor a la ecuación, y listo, o al menos eso es lo que nos han vendido que tenemos que hacer.

Por mi parte, soy más de Arimen Gaua, pero os aseguro que allí estaré cuando toque, acompañando y cuidando a mis ancestras y respetando sus tradiciones, aunque siempre con la esperanza de ver cada vez más hombres en esos días previos, limpiando las lápidas de sus seres queridos, a los que espero también hayan acompañado y cuidado en vida. 

                                                                                                                        Lorea Momeñe. Integrante de ENBA


 


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